Hola. Me llamo Willie Edward Taylor Carver Jr. y estoy humildemente orgulloso y honrado de servir como el Maestro del Año de Kentucky 2022.
Siendo nativo del Condado Floyd, era un niño apalache, de campo, y con casa móvil. Fui afortunado de ser estudiante de las escuelas del Condado Floyd.
En una infancia que a veces estuvo llena de dolor, hambre y de vez en cuando carente de las necesidades básicas, la escuela fue, para mí, un lugar seguro y cálido. Mis maestros creyeron en mí, me enseñaron, me alimentaron y, a veces, literalmente, me vistieron. Pero lo que más recuerdo es que siempre me amaban. Siempre sabía, que en cada momento que estuve en la escuela, había alguien que creía en mí y quería que tuviera éxito, que alguien estaba dispuesto a sacrificarse por mí. Los niños apalaches saben que el sacrificio es el lenguaje del amor.
Fue bajo su cálida luz como maestra, en un espacio creado por su amabilidad y dedicación, que crecí y me volví fuerte y orgulloso de mis orígenes. También es bajo esta misma luz que veo a mis colegas trabajando hoy.
Mis padres trabajadores me enviaron a la escuela precisamente creyendo que la escuela sería un camino hacia una vida mejor. Considero que la escuela debe ser la rampa de acceso a un camino que conduzca a la felicidad, la buena salud, la buena educación cívica, y al éxito. Estoy seguro, de una manera que evoca la fe religiosa, de que mis experiencias en las Escuelas Públicas del Condado de Floyd me han hecho más exitoso, más feliz, me han permitido encontrar una mejor salud y me han convertido en un mejor ciudadano. Es sobre esta base que construyo mi plataforma de maestro del año.
Para algunos que viven en este gran estado, es más fácil acceder a esta rampa de acceso creada por la escuela que para otros. Para algunos, la escuela se convierte más en un obstáculo que en una rampa. Creo en la dignidad y el potencial de cada niño que vive en este estado, y estoy seguro de que podemos, simplemente, hacerlo mejor para estos estudiantes, estos estudiantes de Appalachia, estos estudiantes de color, estos estudiantes que están aprendiendo inglés como un segundo idioma, esos estudiantes que se identifican como LGBTQ, esos estudiantes que viven en necesidad, y esos estudiantes que todo buen maestro o administrador se preocupa cuando los ve en los pasillos o en las aulas porque saben que estos estudiantes necesitan más de lo que sus escuelas les están dando.
Hacerlo mejor requerirá mejores recursos y mejores hábitos.
Quiero asegurar que todos los niños habitantes de este estado puedan acceder a la misma variedad de libros y al mismo nivel de información que cualquier otro niño, sin importar dónde vivan. Tenemos leyes estrictas en Kentucky que requieren bibliotecarios certificados y programas de medios de alta calidad. Kentucky también tiene la suerte de contar con magníficas bibliotecas que se encuentran entre las más sólidas y mejor financiadas de los Estados Unidos. Según la Investigación de Bibliotecas Escolares, ocupamos el noveno lugar en los Estados Unidos por el número de estudiantes por bibliotecario. Estas estadísticas hablan bien de nuestro compromiso con las bibliotecas y es algo de lo que debemos estar orgullosos.
Sin embargo, esta proporción no es fija. Esta misma proporción ha caído un 9% desde 2008, y hemos perdido casi uno de cada diez puestos de bibliotecarios. Los estudiantes necesitan materiales de buena calidad y buenos profesionales que puedan ayudarlos a comprender mejor la información en un mundo complejo.
Pero más importante, es que los estudiantes necesitan libros que reflejen sus experiencias y las de los demás, independientemente de su raza, religión, ubicación, cultura, creencias políticas, expresión de género u orientación sexual. Hacer menos que eso perjudica a una parte holística de quienes son.
Estas identidades, estas partes de su humanidad que les ayudan a navegar su camino, a sentirse conectados con el mundo, también necesitan protección y, simplemente, podemos hacerlo mejor: nuestros estudiantes no tienen la capacidad de dividir las diversas partes de su humanidad al entrar por las puertas de la escuela.
El Equipo de Voz Estudiantil de Kentucky, que recibió respuestas de 10,725 estudiantes de todo Kentucky, encontró que la mayoría de los estudiantes, a pesar de su identidad racial, creen que el racismo es un problema en sus escuelas. Nuestra forma de mejorar esta mala situación comienza con nuestra respuesta a estos números. La mayoría de los estudiantes en Kentucky también dice que sus maestros hablan poco o nada sobre el racismo en el salón de clases y, lo que es más sorprendente, casi la mitad dice que pasan más tiempo fuera del salón de clases hablando del racismo con otros alumnos que dentro del salón.
Ya sabemos un hecho que Pragya Upreti, estudiante de secundaria e investigadora principal del Kentucky Student Voice Team, expresa con precisión: los estudiantes “piensan sobre el racismo, debaten sobre el racismo y luchan con el tema del racismo”. Entonces, surge la pregunta: “¿Vamos a pensar, debatir y luchar con ellos, o vamos a dejar que se las arreglen solos?”
Asuntos similares existen para los alumnos LGBTQ. La Encuesta de clima escolar de GLSEN de 2019 indica que también existen problemas similares para los estudiantes LGBTQ. No hay suficientes números específicos sobre los estudiantes en Kentucky, pero en los Estados Unidos, el 59% de los estudiantes que se identifican como LGBTQ se sienten inseguros en la escuela y el 69% dice que allí los acosan verbalmente. Desafortunadamente, el 95% dicen que escuchan insultos y palabras despectivas anti-LGBTQ todos los días, y estos estudiantes tienen cuatro veces más probabilidades de suicidarse que sus compañeros no LGBTQ.
Estas cifras nos sorprenden, pero son, para mí, un punto de partida y un grito de guerra. Kentucky tiene suficientes recursos, entre ellos los maestros y administradores impresionantes y afectuosos, y estoy orgulloso de trabajar junto a ellos para cambiar esos números.
Podemos comenzar buscando mejores datos específicos sobre las condiciones actuales; para que realmente podamos lidiar con las dificultades de nuestros estudiantes.
Podemos avanzar con mejores recursos y capacitación para que los maestros y los profesionales administrativos aprendan a comunicarse y llegar a estos estudiantes, empezando con la implementación de recursos ya comprobados para ayudarlos, como:
- libros que celebran diversidad en las bibliotecas
- los clubes de inclusión en los campus de las escuelas secundarias
- aplicar una política contra el acoso
- el uso intencional de un lenguaje inclusivo que muestre a todos los estudiantes que son valorados y amados.·
Creo que esta palabra es la clave: amor. Los maestros deciden convertirse en maestros por amor: amor por su materia, amor por la educación, amor por el aprendizaje, amor por su comunidad, y en fin, querer a sus estudiantes.
Estos son tiempos difíciles, con una pandemia en un país cada vez más divergente políticamente, pero creo profundamente que nuestro amor es la creencia compartida que une a todo maestro a las escuelas públicas, y ese mismo amor se manifiesta en un paradigma que imagina a nuestros alumnos en términos completamente humanos y les pregunta qué quieren y necesitan.
El comisionado Glass prevé un nuevo enfoque de la educación en Kentucky que “reúna voces y participantes que no siempre han estado en la mesa donde se toma las decisiones”, y creo que escuchar las voces de nuestros estudiantes y estar dispuesto a asumir los riesgos necesarios para efectuar el cambio basado en lo que dicen, es la manera de unir ese amor con nuestro objetivo principal de ayudar a los estudiantes a seguir sus sueños.
Translated to Spanish by Adam Abston, Spanish/French Teacher, Ignite Institute.
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